Hace tanto tiempo que hemos copiado la costumbre norteamericana de celebrar la fiesta de Halloween (una celebración pagana de origen irlandés que se realiza en la víspera del día de todo los santos para bendecir las cosechas y dar inicio al año nuevo celta) que ya empieza a parecer que nos pertenece y, como solemos estar muy bien dispuestos para mezclar hechos culturales poniéndoles matices propios, nuestro espíritu festivo ha incorporado a los primeros días de noviembre una serie de celebraciones - que son en realidad una sola - agregando al criollo Halloween, la fiesta del día de los muertos mexicana; de modo que hemos llegado a tener una agenda bastante apretada para dar inicio al penúltimo mes del año.
Lo
simpático, sin duda, es que todo gira alrededor del más allá y, al parecer, lo
que más nos gusta tiene cercanía con lo fantasmal. Ni modo, desafiamos las
apariciones convirtiéndonos nosotros mismos en seres sobrenaturales. O eso
creemos. Precisamente, ese fue el tema de nuestra última sesión de juego en la
Ludoteca Gabriele Sanesi.
Inspirados
en el famoso cuento de Oscar Wilde “El Fantasma de Canterville” un grupo de
niños beneficiarios de los programas de Bibliomulas, entraron en contacto con
el fascinante mundo de lo fantasmagórico en la literatura, no solo para honrar
las celebraciones “tenebrosas” de estos días sino (sobre todo) para hacer
contacto con la literatura universal y conocer al maravilloso poeta, ensayista,
dramaturgo y novelista irlandés conocido como Oscar Wilde, muerto en Paris en
el año 1900 y considerado el padre de lo que se conoce como la literatura
inglesa victoriana tardía, poseedor de un ingenio agudo y fascinante y una
personalidad definitivamente extravagante.
El diseño del encuentro estuvo orientado a la experiencia lúdica, lectora y de expresividad creativa, no solo alrededor de la figura y obra de Wilde, sino mediante la exploración de otros fantasmas y otros mitos propios de nuestra cultura o de la literatura universal.
Fue una
experiencia verdaderamente enriquecedora. A partir del excelente cortometraje
realizado en 2017 por José María Candel para el que adaptó el cuento de Wilde,
los niños tenían la tarea de tomar algunas acciones para conocer Canterville:
la historia del fantasma burlado por los nuevos propietarios de Canterville
cuya seguridad se pone en riesgo al descubrir a la hija del matrimonio que se
ha empeñado en desconocer su existencia.
Los niños han tenido que redactar un aviso de oferta para vender el castillo, intercambiar otros relatos de fantasmas o de situaciones sobrenaturales, para luego colorear y dibujar descripciones de fantasmas que, por supuesto, convirtieron en máscaras y utilizaron para improvisar una divertida tarde de fiesta.
De este
modo, reconocemos perfectamente que los niños aprenden porque juegan y que el
ingrediente lúdico es el más valioso para desarrollar habilidades y hábitos de
lectura temprana en niños y adolescentes.