Proyecto Bibliomulas: Re-crear vivencias lectoras para con-mover mediadores de lectura en Mérida-Venezuela

Reproducimos a continuación, el artículo escrito por la Doctora Emilia Márquez Montes, docente asociada al proyecto Bibliomulas desde sus in...

martes, 22 de diciembre de 2020

LA MULA DE NUESTRA NAVIDAD

El más humilde y fiel de los animales, es una gran excusa para hablar de la que,  posiblemente sin duda alguna, sea la más insólita Navidad de nuestra vida: la del 2020, un año que pasará a la historia personal de todos llenándonos de preguntas y pesares; sirva nuestra mula emblemática, para reconocernos en el nacimiento del hijo de Dios y ser en Él uno solo, en esta Navidad atípica.

El especial calor humano que tanto nos conmueve en la fiesta de Navidad,  es un reflejo del pesebre en que nació Jesús un día como el que celebramos cada año por estas fechas; su representación, se desarrolló por vez primera en la edad media, gracias a Francisco de Asís el que, partiendo de su profundo amor a Jesús, contribuyó a introducir esta novedad.

-          “Más que ninguna otra fiesta celebraba él la navidad con una alegría indescriptible. Él afirmaba que ésta era la fiesta de las fiestas, pues en ese día Dios se hizo un niño pequeño y se alimentó de leche del pecho de su madre, lo mismo que los demás niños” afirma convencido su primer biógrafo, Tomas de Celano.

Ese fue el sentimiento que dio pie a los primeros “nacimientos” que datan de la famosa celebración de la navidad en Greccio (año 1223), a la cual le pudieron animar e incitar su visita a la Tierra Santa y al pesebre que se halla en Santa María la Mayor en Roma; pero,  lo que sin duda influyó más en él,  fue el deseo de más cercanía, de más realidad y por lo tanto, construyó su primer pesebre o representación del nacimiento de Jesús, para honrar la fiesta.

Sin embargo, un dato curioso asalta en el estudio de la historia de los pesebres: ¿Estuvieron realmente una mula y un buey en el nacimiento del Niño Dios?


No hay demostración científica que avale una respuesta positiva. De hecho, el Papa Benedicto XVI, respetado estudioso de la historia de Jesús, relata que muy probablemente no estuvieron y que,  la adición de la mula y el buey a la tradición católica de representar el nacimiento de Jesús en una construcción artesanal conocida como Belén, Pesebre o Nacimiento, tiene más bien un interesante carácter simbólico.

Quien parece haberlo hecho por vez primera es el mismísimo Francisco de Asís, patrono de los animales para, según sus propias palabras:

-          “Evocar el recuerdo del niño Jesús con toda la realidad posible, tal como nació en Belén y expresar todas las penas y molestias que tuvo que sufrir en su niñez. Desearía contemplar con mis ojos corporales cómo era aquello de estar recostado en un pesebre y dormir sobre las pajas entre un buey y un asno”

En realidad, lo que el santo de Asís quiso fue establecer para siempre un puente para la unidad de la iglesia, que más tarde ha sido interpretado como la unidad del Antiguo y Nuevo testamento.

La mula y el buey somos nosotros, los cristianos que no hemos sabido descender de nuestros tronos urbanos para abrazar la humildad, tal como lo hicieron José y María a la hora de alumbrar a Jesús, el niño Dios.

Ambos animales son símbolos proféticos tras los cuales se oculta el misterio de la iglesia, nuestro misterio, puesto que nosotros somos mula y buey que abren sus ojos en  Nochebuena de forma que, en el pesebre, reconozcamos al Señor.

Por eso, agradecemos, más que celebramos estas fiestas tan especiales;   lo hacemos desde la solidaridad más cálida con aquellos que fueron directamente golpeados por el virus, con aquellos que aun viven el desconcierto de la perdida y con aquellos que aun no saben lo que ha de traerles el futuro,  remecido por la  pandemia.

Lo hacemos desde el reconocimiento orgulloso a los hombres y mujeres de 2020: nuestros trabajadores de salud, porque sabemos que,  sin ellos, la historia se estaría escribiendo muy distinto y lo hacemos también desde el cariño a un país que, pese a toda circunstancia adversa imaginable, hace lo posible por estar a la  altura del reto día a día.

Solo esperamos que haya  menos encuentros virtuales y más caras descubiertas. Más carcajadas y abrazos y más libros abiertos,  y que en la mesa servida para la familia, cada uno de nosotros se multiplique en lo mejor que somos.


sábado, 19 de diciembre de 2020

MIL MANERAS DE APRENDER

Entre Paramito, Lomas del Rosario y Piedras Blancas hay mucha cuesta de distancia, mucho cielo azul intenso, sol paramero y, algunos días, lluvia. Mucho potrero también y una naturaleza que se compara con pocas. Entre estas tres aldeas de la parroquia Jají  y sus paisajes, tan o más bonitos que los que hacen de Mérida un estado inolvidable, se mueve una emoción que va mas allá de cualquier interés contable: la de un equipo de mujeres, promotoras de lectura,  que han hecho suya la propuesta que Bibliomulas Mérida les hizo,  para desarrollar el proyecto de impulso a la lectura que hace pocas semanas llegó a ese destino.

Parece poco tiempo; pero, una pequeña prueba  de cómo van las cosas se encuentra,  por ejemplo,  en las horas de camino y el esfuerzo de estas señoras para quienes leer solo necesita un libro y los  ojos curiosos de un niño. Margarita lo sabe muy bien.

Es una de las promotoras. Imbuida de interés después del corto taller de inducción que recibió para echar a andar su labor y,  en consonancia con los planteamientos que adelanta Cooperativa Caribana como patrocinadores del proyecto Bibliomulas,  que nació en la Universidad Valle de Momboy; Margarita siente que ha descubierto un mundo.

Uno que comienza a primera hora de la mañana,  alcanzando las comunidades desperdigadas por la vasta geografía que cubren las aldeas en que se está desarrollando la idea de llevar lectura a las familias que allí viven, después de que las medidas de bioseguridad existentes, previnieran a los niños de la zona de asistir a sus escuelas, planteando el problema de reinventar modelos de enseñanza acordes con comunidades en las que la educación a distancia es imposible, debido a los continuos y prolongados cortes de energía eléctrica,  y a la falta absoluta de posibilidades de conexión a internet o de contar con dispositivos electrónicos.

Margarita ha tenido que arreglárselas, como se suele decir por allí; y la verdad, es que se las ha arreglado muy bien. Por cuenta propia decidió acercarse a las comunidades. Ha sido providencial, pues en el camino ha descubierto las profundidades de una necesidad que ni siquiera ella, una mujer acostumbrada a la curiosidad intelectual, podía suponer. Es el caso, por ejemplo, de la familia Albornoz.

Compuesta por 5 niños menores de 12 años, entre los que se cuenta uno en situación de discapacidad severa, la abuela de muy avanzada edad (es en realidad la bisabuela de los niños) y padres que trabajan en el campo,  por lo que están fuera todo el día;  la familia Albornoz ha tenido poca o ninguna posibilidad de recibir escolarización, sobre todo porque la pobreza no se los ha permitido.  Los niños de esa familia no pueden permitirse un par de alpargatas para ir hasta la escuela; mucho menos,  útiles escolares e incluso alguna ropa relativamente “decorosa” para salir de casa todos los días. Se visten, por supuesto; pero,  con ropas que no aguantan el escrutinio de la vida escolar.

Ha sido la gran prueba de Margarita y su gran empresa personal al mismo tiempo. Si es por leer, ella ha puesto a leer hasta a la anciana abuela, quien además saca provecho de la oportunidad para contar sus historias de tiempos demasiado remotos para que existan en la memoria de alguien.



-          “Yo me les acerqué y les hice una dramatización de un cuento, y ellos quedaron felices, después les entregué algunos libros para que los vieran y eso terminó de conquistarlos”  - dice con los ojos iluminados la entusiasta mujer.

Es una de las muchas historias que estamos ayudando a crear en este pueblo situado a 34 kilómetros al noroeste de la  capital del estado Mérida, que ahora acoge entre sus muchas bondades nuestro trabajo de promoción lectora.

Margarita visita a la familia Albornoz todos los días y está segura de haber logrado avances, está programando una estrategia para escolarizar a los niños y mientras eso ocurre,  no ha perdido la oportunidad de ir enseñándoles lo básico. Ha logrado hacerlos leer y ha recibido el más hermoso de todos los premios, en esa casa que se pone de fiesta cada día con su visita: el hermano que vive en condiciones especiales, ha despertado a su estimulo y ahora participa - a su ritmo y a su tiempo - de las sesiones de lectura que ella ha planificado para que participe toda la familia al mismo tiempo.

-          “Usted me pone a escoger mejor regalo y le juro que no existe…si usted pudiera ver la sonrisa de ese niño enfermo cada vez que empezamos a trabajar…eso es mucha emoción para una” sentencia con una sonrisa que ruboriza su cara y encoge el corazón de los que escuchan.

Porque es verdad, no hay mejor recompensa cuando se contribuye con el país que uno sueña.

Nota: los nombres han sido cambiados para proteger la identidad de los protagonistas.


sábado, 12 de diciembre de 2020

LOS CUENTOS EN LA FUNDA

Durante muchos años, la Fundación Don Bosco de Mérida ha sido hogar para Bibliomulas; si recientemente hablamos de la necesidad de fortalecer y mantener las alianzas que un proyecto como el nuestro necesita para su crecimiento, tenemos que reconocer que,  posiblemente, la alianza hecha con Fundación Don Bosco está entre las más favorecedoras.

En primer lugar porque en esta “complicidad” de proyectos, todos los involucrados obtienen algún beneficio, por cierto, bastante equitativo en sus términos. Para Bibliomulas, durante todo este tiempo, la cercanía de la Fundación ha sido un terreno para experimentar nuevos proyectos, desarrollar programas de desarrollo y sobre todo, descubrir un semillero: niños ávidos de acercarse al mundo de la literatura y vivirlo de nuestra mano.

No hay público mejor, sin duda, y eso lo sabemos perfectamente todos los que alguna vez nos involucramos en esto de impulsar la lectura y contribuir con la formación de niños en edad escolar. El niño que no lee,  no lo hace porque sencillamente está alejado de un libro,  ya que su natural curiosidad siempre los llevará  a querer descubrir los mundos que se esconden entre sus páginas y acercarse a encontrarse con esos mundos.

No obstante, siempre es bueno un poco de estimulo y eso es lo que nos hemos propuesto hacer,  tanto en Bibliomulas como dentro de la Fundación Don Bosco, por eso hemos establecido programas sencillos; pero, de gran impacto entre quienes hacen vida en ese espacio que tanto nos ha dado apoyo.



Se trata del encuentro semanal para leer cuentos a los niños de la Fundación, un programa propio de nosotros que no se ha detenido en tiempos de confinamiento, habiéndose reformulado para cumplir con las disposiciones del caso,  sin necesidad de suspenderlo y que se inscribe dentro de nuestros proyectos de estimulo a la lectura dirigido a estudiantes de educación primaria. Lo ponemos en practica de manera muy sencilla; cuando la situación lo permite (ahora no es posible debido a las limitaciones propias de la crisis sanitaria desatada por la pandemia COVID 19) llevamos toda la artillería: nuestra mula, los cuenta cuentos y las alforjas de libros; con eso desatamos el ambiente festivo que sirve como perfecta excusa para emprender el camino que atraviesan las historias; pero, cuando no se puede, igual compartimos con estos niños la magia de leer.

Esa es la razón por la que en estas semanas, hemos simplificado la actividad cumpliéndola tan solo con nuestros narradores y lectores de cuentos y textos, seleccionados de las alforjas. Por ahora, la actividad no incluye el paseo en mula que tanto les agrada, aunque de todos modos, logramos mantener despierta la atención y el gusto por participar en las tardes de lectura.

Leer es la herramienta más importante del aprendizaje, ya que orienta y estructura el pensamiento permitiéndole al lector desarrollar actitudes para comprender, interpretar y relacionar un texto. Pero, leer por sí solo, puede resultar una actividad poco atractiva para un niño que desea salir a jugar al patio o canalizar sus energías de otras maneras más físicas; por eso, nosotros la relacionamos con otros conocimientos y experiencias cercanas a los niños.

 El niño que ha iniciado el aprendizaje de la lectura durante sus primeros años de actividad escolar requiere formarse como lector hábil.  Recordemos que, al leer, un niño  no sólo aumenta su vocabulario sino que aprende a obtener conclusiones y,  poco a poco,  formarse opiniones que más tarde le darán la oportunidad de hacer comparaciones y desarrollar capacidad de discernimiento.

Lo que proponemos entonces para los niños de la Fundación Don Bosco es relacionar la lectura con un componente afectivo y lúdico que propicie,  en su edad adulta,  la relación de la lectura con sentimientos de seguridad, contención y amor,  ya que los libros le evocarán siempre momentos agradables de convivencia con la mejor parte de su entorno.

Para nosotros, y esto no nos cansamos de decirlo, la lectura y la escritura tienen una función social y cultural, pues  un libro comienza dando al niño la importancia que tiene como ser único, lo relaciona  con su entorno inmediato  y le permite involucrar los aspectos relevantes de esos espacios particulares en los que se ha formado y han sido importantes en su vida.



miércoles, 2 de diciembre de 2020

UN AULA A CIELO ABIERTO

Posiblemente, lo mejor que uno puede hacer en Mérida es presumir de su impecable naturaleza. Mérida es una ciudad en la que para cada rincón que voltees a mirar, te llevas una sorpresa y en cada sorpresa te reconcilias con  las ganas de seguir apostándole al futuro. Eso es un estimulo insuperable para la tarea de aprender y nosotros hemos tenido la suerte de incorporárselo a nuestros proyectos;  la verdad es que no podemos sino alegrarnos por haberlo hecho.

La semana pasada hablamos de la estupenda iniciativa de Geografía Viva. El proyecto como ya lo explicamos, comprende la realización de actividades de promoción de lectura en Jají. Dicho así, suena a cumplir con un objetivo y pasar al siguiente; la verdad es que para nosotros, en nuestro empeño por cumplir con nuestras metas, lo que está ocurriendo en Jají sobrepasa notablemente lo que nos hemos propuesto.

Es tan importante como decir que para muchos niños de esa región, esta es la primera vez que se acercan a la literatura o que tienen un libro en sus manos. Eso está ocurriendo gracias a nuestro convenio con Geografía Viva, con quienes hemos logrado que el alcance del trabajo con niños y maestras de la zona, se extienda a rincones extraviados en las montañas que rodean el pueblo.

Ha sido una jornada realmente bonita. Cuesta decirlo de otra forma, es decir cuesta ponerle adjetivos “interesantes” a un trabajo que está lleno de emocionalidad y logros que valen ser destacados.



Jají es uno de los pueblos más apetecidos de Mérida, formado por  pequeñas aldeas que definen perfectamente la buena fama de Mérida como destino turístico. Más allá de esas consideraciones, es hogar de numerosas familias andinas y de muchos niños en edad escolar; por  eso, el reto de trabajar en esa comunidad lo recompensa el hecho de haber podido acceder a dos grupos de similar interés: las maestras y sus alumnos.

Quizás, trabajar con las maestras sea uno de los hallazgos más importantes de ese proyecto que estamos llevando a cabo desde hace varias semanas; la razón seguramente puede hallarse en las dificultades que existen actualmente para movilizar niños a las escuelas, debido a las restricciones sanitarias propias del COVD 19. Estas regiones apartadas no disfrutan,  por ejemplo, de conexión a internet ni facilidades de comunicación celular; por lo que la posibilidad de emprender las actividades del proyecto de promoción lectora de Bibliomulas, permite a las maestras aprovechar el tiempo de encuentro para profundizar en otras actividades propias de la programación escolar.


El entusiasmo que todos los involucrados demuestran en el avance del proyecto ha despertado, como suele ocurrir,  lo mejor de cada quien. Parte del trabajo se ha desarrollado mediante visitas a las casas de los alumnos; es una fórmula de alivio que pone a todos a buen resguardo y evita desobedecer las medidas de protección indispensables en estos tiempos. Son numerosas las anécdotas que esta alternativa está produciendo, las que  seguramente serán motivo de una nueva publicación; solo adelantamos que,  el fruto de tales visitas empieza a extenderse en el ámbito familiar, lo cual aumenta notablemente el beneficio de la lectura.

Si en Mérida tenemos a Morichala para hacer nuestros recorridos, en Jají contamos son Azucena, una hermosa yegua castaña que dobla como biblioteca y soporta complacida las alforjas llenas de libros y la algarabía de los niños. Además, como solemos hacer cada vez que se nos da la ocasión, todas las actividades a campo abierto terminan con el paseo de los niños a lomo del animal.

Estamos seguros que no hay  mejor aliciente para aprender. Un aula a cielo abierto en el incomparable paisaje merideño no solo es una forma mágica de respetar las disposiciones sanitarias que rigen al momento sino, un ejemplo de tesón y ganas de hacer las cosas, merito que por entero le pertenece a las comunidades que se involucran y nos reciben desde su corazón y su deseo de enseñar y aprender.