Para nosotros empieza un nuevo año escolar, cosa que
tiene mucho que ver con nuestro trabajo a pesar de que nuestros tiempos de
actividad no son exactamente los mismos del calendario oficial. Nos hemos
reintegrado hoy a las labores de planificación y programación y creemos
necesario hacer un pequeño balance, probablemente más anecdótico que científico,
sobre el devenir del complicado año escolar que dejamos atrás.
Lo primero que destaca en ese balance es el
reconocimiento de que se trata del primer año escolar vivido a plenitud tras el
parón de dos años motivado a la pandemia por la COVID 19. En la vorágine de los
tiempos, esto parece lejano; un ambiente de normalidad ha sustituido la
preocupación por el virus y el mal recuerdo se mantiene atrás en la memoria de todos,
en las escuelas también, por lo que es probable que recordemos con un gesto de
disgusto el tiempo detenido y parezca lejano de manera que se haga casi
innecesario el ser nombrado
Hace algunos años, Bibliomulas tomó la decisión de
enfocar su actividad mucho más en las comunidades que en las escuelas y para
ello diseñó una manera de trabajar que involucrara lideres comunitarios,
maestras y padres de familias potencialmente beneficiarias; el resultado no ha
podido ser mejor: sin dejar de lado la escuela, el numero de niños en edad
escolar que aprovechan las visitas de Canela ha aumentado
sustancialmente y la comunidad se ha volcado sobre la programación extra
catedra que nosotros significamos, beneficiando la escuela y su interacción con
el entorno.
Además, para Bibliomulas existe una ganancia
adicional: la inclusión del núcleo familiar en la programación destinada a
fortalecer el proceso formativo de los niños. Es decir, cuando antes solo
bastaba que el niño saliera de casa, caminara largos trechos y llegara a la
escuela para sumarse a una rutinaria actividad signada por el calendario
escolar; ahora, los padres hacen parte de ese calendario, al menos en cuanto a
nosotros se refiere, extendiendo su interés más allá de lo puramente escolar.
Por tanto, es necesario que hablemos de la extensión que hemos propiciado en la
parroquia Jají del Municipio Campo Elías.

Es un tema del que nos sentimos orgullosos, por
supuesto; pero, no podemos tomarnos los créditos en su totalidad: la estupenda
experiencia de Jají, se mantiene porque ha cumplido uno a uno los pasos que
mencionamos anteriormente, útiles para avanzar dentro de la comunidad y ampliar
un radio de acción que abarca distintos caseríos de un área en la que es
importante destacar su condición rural, apartada de centros poblados
principales y con grandes carencias estructurales y de servicios. Pues bien, Jají,
no detuvo su actividad formadora durante las recién terminadas vacaciones
escolares pues, al contrario, utilizaron esa excusa para desarrollar encuentros
basados en la premisa Bibliomulas, pero, con aires distendidos y
definitivamente festivos.

A cargo de las mediadoras de lectura formadas por
nosotros para que tengan a su cargo el programa de extensión de Jají, durante
el asueto escolar hemos tenido noticia de frecuentes actividades con los niños
de la zona, desarrollados en su mayoría en las casas de alguna familia
beneficiaria o aun mejor, a campo abierto; así, jornadas de formación en
cuidados a la naturaleza, reconocimiento de especies vegetales autóctonas,
tradición oral, sesiones de lectura - por supuesto - y jornadas de estímulo a
la creatividad plástica, han sido llevadas a efecto con la mayor atención para
un publico de niños y adolescentes que, de otro modo, hubiesen vivido un asueto
especialmente anodino.