De verdad, no deja de ser un pedazo interesante de la ciudad, aunque exige
respeto a sus costumbres y, como no, a su manera de hacer las cosas.
Sin embargo, no es un pueblo aislado;
gracias a excelentes vías de comunicación y cierta tozudez de sus habitantes,
Ejido crece y obtiene los beneficios de su crecimiento de quienes se esmeran en
darlos.
Era solo cuestión de tiempo, pues,
que buscáramos la vuelta para llevar nuestras alforjas hasta allá. Ese momento,
por suerte ha llegado de la mano de nuestro mediador de lectura, el señor Pedro
Maldonado, monitor de lectura y conocedor en profundidad de los “vericuetos”
por donde debíamos lanzarnos a esa carrera; eso obró el milagro: Bibliomulas ha
llegado a Ejido.
Por lo pronto, estaremos evaluando
comunidades y propiciando el trabajo de compartir lecturas en entornos lúdicos
de aprendizaje; más tarde evaluaremos también, la posibilidad de poner al
alcance de sus manos todos nuestros otros proyectos.
Con Ejido, suman 4 las comunidades
foráneas que atendemos regularmente, todas en puntos equidistantes del estado Mérida.
A este universo debemos agregar las comunidades urbano/rurales que hace años
reciben a Canela, la Ludoteca Gabriele Sanies y las alianzas que nos permiten
trabajar con la Fundación Don Bosco y el Jardín de la Esperanza y podemos
sentirnos satisfechos.
Con nada trabajamos mucho; de eso se trata.