40 años de labores docentes, muchos de los cuales ha alternado con la forma más libre de hacer teatro, le ha permitido a Pedro Maldonado desarrollar una manera muy particular de entenderse con niños en edad escolar; lo hace ejerciendo lo que él considera las dos cuerdas sobre las que se soporta el trabajo en el aula: guiatura y espacios para que el niño dé rienda suelta a sus deseos. Por eso, sus años en Bibliomula han sido definitivos para la solidificación del proyecto.
Pedro es el
responsable de las jornadas de mediación lectora que, desde hace 5 años, llevamos adelante en diversas comunidades de
la ciudad de Mérida. Sus acompañantes son la mula, el mulero y las alforjas de
libros y, para muchos de los niños que
habitan en El Rincón, Los Pinos, El Caucho, Las Cuadras, San José de las Flores
o Pie del Tiro, su cara es tan familiar como la del amigo que viene cargado de
buenas noticias.
Esas noticias
han sido puestas a prueba duramente estos meses en que hemos sido obligados a
detener un poco el trote de la mula, debido a la emergencia sanitaria que se
desarrolló en el mundo por la aparición del COVID 19, y las medidas de bioseguridad que hubo que
poner en práctica, motivando - entre otras cosas - el cierre de escuelas y la
implementación de modalidades novedosas e inéditas para hacerle llegar a
alumnos de todos los años del sistema educativo, los conocimientos necesarios para el avance de
sus programas.
Durante ese
proceso, la impronta de Pedro Maldonado sirvió mucho para nuevas formas de
entender lo que hacemos. Enseñar el placer de la lectura, que es nuestro reto,
requiere señuelos. Es simple: vamos a estar claros en el hecho de que casi ningún
niño - ni siquiera aquellos cuyos padres
tienen la lectura en el hogar como hecho cotidiano – prefiere un libro a
uno de los muchos juguetes tecnológicos que tiene a su alcance; por eso,
despertar su interés y encontrar fórmulas “mágicas” para llevarlo hasta el
libro es una tarea bien pensada por el mediador de lectura.
Eso lo sabe
Pedro Maldonado y esa ha sido la estrategia puesta en práctica para llevar,
como un flautista perdido en Hamelín, nuestros niños al libro.
Esa también
la estrategia que hemos repetido en las ampliaciones del programa Bibliomulas
que con éxito se ha implementado en otras localidades del estado Mérida. La
verdad, no podemos quejarnos para nada. Este particular año no ha sido de
“reinvenciones” ya que si hubiésemos tenido que “reinventar” algo tendríamos
que empezar por admitir que lo que existía no era bueno; pero, ciertamente ha
sido un año de retos especiales a los que nuestro equipo ha sabido salirle al
paso.