La vida en Bibliomulas está hecha de diarias enseñanzas. No nos referimos a las que tienen que ver directamente con lo que hacemos; hablamos más bien de las pequeñas cosas que ocurren cuando, en el trajinar de cada día, nos encontramos con nuevas maneras de hacer esas pequeñas cosas.
Canela está
muy adaptada a su nuevo trabajo, se entiende con los niños sin ninguna
dificultad y aunque parezca una redundancia - que no lo es - ha resultado una
mula tranquila y sosegada que cumple perfectamente con todo lo que esperamos de
ella. A veces, incluso parece que quisiera integrarse a los ratos de lectura.
Ha crecido un
poco, ganado peso y nos parece que su pelambre brilla de manera especial en los
últimos tiempos. Pues bien, todo nos indica que la razón de tanta buena noticia
está en las manos de Genaro, su responsable cuidador. Por eso, cuando
celebramos razones para estar satisfechos lo celebramos a él, quien - por
cierto - ayer cumplió un año más de vida.
Una de las
preocupaciones más importantes que enfrentamos día a día en medio de las muchas
dificultades, es precisamente atender a Canela. Hace poco alguien nos comentó
(con verdadero desconocimiento) que “una
mula, por lo menos es fácil”; eso nos dejó un poco atónitos: ningún animal
que este bajo nuestro cuidado es “fácil” y aunque no nos atrevemos a juzgar a
quien lo piense, sentimos la necesidad de hablar de ello; al hacerlo, sabemos
que debemos hablar de Genaro.
Las
actividades que llevamos a cabo con la mula, no podrían realizarse igual de
bien de no ser porque contamos con su ayuda: entre mulero y mula hay una
comunicación que no se repite con otras personas. Por un lado es lógico, porque
Genaro es quien tiene el mayor nivel de interacción con ella; también, porque
lo hace con cariño y conocimiento. De modo que, quizás, sea esto último lo que
destaca verdaderamente. Genaro sabe tratar a Canela, por eso se llevan bastante
bien, para alegría de quienes se benefician de esa buena relación.
Nacido en la aldea Mijará, en el bonito pueblo de Mucutuy, en Mérida; a Genaro, en una expresión muy propia del andino, “se lo trajeron enguacalado” para Mérida siendo apenas un niño. Aquí, cercano a la Comunidad El Rincón ha hecho su vida rodeado de animales, labranza, agricultura y música: Es cultor de un género muy particular enraizado en esta tierra andina, la “música de paraduras”; cada año entre enero y febrero, Genaro acompaña con su violín la tradición más autóctona y perdurable de los andes venezolanos, la Paradura del Niño. En Mérida, además formó una familia al lado de María, la compañera que se ha convertido en la mejor amiga de Canela.
Con algunos
años dedicados a atender las necesidades de los animales que han pasado por
Bibliomulas, fue instrumental en la búsqueda de Morichala, cuando pensamos que
aparecería. De hecho fueron los esfuerzos de Genaro lo que nos terminaron de
convencer de detener una búsqueda vana. Fue entonces cuando, al aparecer
Canela, la lógica indicara escogerlo como cuidador del animal. Fue una decisión providencial: a la mula él
le está dedicando atenciones profesionales que incluyen atención veterinaria y
cuidados alimenticios. Por eso podemos hablar bien del estado en que la
encontramos cada vez que la vemos.
}Además, otras razones de alegría tiene la “amistad” surgida entre ambos: Genaro, por razones obvias, está a cargo de la alforja que viaja al encuentro de las comunidades, muchas veces incluso, cargándola al hombro para quitarle peso al animal si lo nota excesivamente cansado. Pues bien, en varias oportunidades, ha sido Genaro el que ha terminado leyendo con los niños gracias a esa magnífica simbiosis que desarrollamos los que aquí estamos. Si bien la voz cantante de la actividad reposa en el mediador de lectura y es, bajo sus directrices, que emprendemos el trabajo educativo, cualquiera de nosotros que esté presente, colabora con este para redondear la tarde. El buen talante y la mejor disposición de nuestro “mulero” muchas veces ha logrado convencer a los niños de rendirse ante la magia de una buena historia, leída por el mismo señor que minutos antes ha vigilado de cerca el paseo en la mula o ha organizado la alforja para emprender el regreso.
No hay duda
que un apoyo como ese, trasciende el mero oficio de ayudar y se hace parte de
lo mejor que tenemos para ofrecer. Por eso, deseamos larga vida cerca de
nosotros a Genaro, el señor de la mula.