UN DESAFIO PARA LOS PRIMEROS 15 AÑOS DE BIBLIOMULAS

  El proyecto Bibliomulas Mérida se aproxima a celebrar 15 años de trabajo y compromiso en nuestras comunidades andinas. este aniversario no...

martes, 11 de julio de 2023

Celebramos la generosidad

 


Reconstruir el tejido social, dañado por tantas circunstancias adversas padecidas durante años, solo es posible si podemos expresar concretamente la enorme generosidad que vive inscrita en el ADN de los venezolanos. Parece que no, y es paradójico; pero, es sabido, y tenido como ejemplo, que ante la necesidad somos inigualables. Acudimos en masa allí donde nos necesitan y atendemos problemas incluso cuando no sabemos como hacerlo. Es una naturaleza, una forma de hacer las cosas que tiene mucho que ver con la palmada en la espalda que tan rápidamente prodigamos al amigo (que, en el caso de los venezolanos, amigo es cualquier persona medianamente amable que nos encara en el día).

Tenemos una palabra que posiblemente nadie más use para nombrar esa costumbre de ser generosos. Decimos que “somos desprendidos”; es decir, que nos cuesta poco entregar a quien necesite, alguna cosa que nosotros por algunos meses hemos dejado de usar y que de inmediato ponemos en el cajón de lo irrecuperable. Dicen los anglosajones que la basura de uno es el tesoro del otro” y quizás sea cierto; lo que ocurre es que, para los venezolanos, no hay basura: hay cosas que dejamos de usar o necesitar, pero, no son basura. Son útiles para alguien más.

Esa es la esencia de nuestra generosidad. Por eso, acudimos allá donde somos necesarios, compartimos una comida con el vecino, aunque poco sepamos quién es y regalamos a alguien aquello que ya no es útil para nosotros. Es una norma de vida, es una característica de este gentilicio atropellado e hiperbólico, de la que nosotros podemos dar muy buena cuenta.


Bibliomulas existe gracias a eso. Gracias a la generosidad con la que se tropieza a cada galope. Bien sea porque un vecino abre las puertas de su casa para reunir beneficiarios, montar un sitio de trabajo, dar cobijo a Canela y hasta colar un sabroso café de tardecita, o porque algún chico de escuela comparte su tiempo para ayudarnos a mantener el orden; la generosidad es el motor que mantiene andando Bibliomulas, sobre todo, en lo que concierne a nuestra biblioteca.

No es secreto para nadie que el precio de los libros se ha tornado inalcanzable. Si tuviéramos que comprar todos los libros que necesitamos para llenar las alforjas y ofrecer permanente lectura de calidad a nuestros niños, seguramente no podríamos hacer nada más: ni siquiera visitarlos para que los disfruten. Es por eso que, permanentemente, buscamos soluciones al problema de la reposición de libros.

Y es por eso, también, que lo que más nos alegra es recibir donaciones de libros. Tal vez, lo que mas agradecemos, sobre todo si se trata de libros destinados a niños y adolescentes, en buen estado, suficientemente formativos y bonitos. Eso nos hace felices.

Esa felicidad fue la que expresamos recientemente en dos distintas ocasiones: la profesora Andrea Carter, quien reside en El Valle y ha conocido de primera mano nuestras actividades en el sector La Vergara Alta, se nos acercó para obsequiarnos una hermosa colección de textos escolares y libros de ficción que son esos libros para niños que conocemos “de toda la vida”. Solo que, en sus manos, estaban impecables, aunque mucho han sido usados. Cosas maravillosas de educadores conscientes.


Días más tarde, a través de nuestras redes sociales, nos contactó Paola Andrade, pidiendo conocernos pues tenia algunos libros que “quizás pueden ser útiles”. Como siempre hacemos, respondimos invitándola a nuestra sede de Mérida para, además, enseñarle la ludoteca. Su regalito fue bastante mas que algo “potencialmente útil” …se trata de una hermosa colección de libros infantiles que, de inmediato, empezaron a circular en nuestras alforjas.

Nosotros celebramos esas muestras de generosidad, además de agradecerlas, porque nos hace ver, día a día, que este país golpeado, se reconstruye de a poquito en cada mano amiga de sus habitantes. Eso nos anima a seguir galopando.

¡Gracias!