A veces una larga caminata, otras un
recorrido en cualquier vehículo que nos lleve hasta el sitio; pero, nada nos
detiene en nuestro empeño: mostrar lo que es la Bibliomula y dejar sembrada la
semilla del disfrute de la lectura como alternativa complementaria a la
educación formal, fuera de las aulas y en contrapeso a otras actividades de
carácter lúdico importantísimas en la formación de los niños y adolescentes.
Se trata de lo que hemos denominado
“Jornadas de Extensión del Programa Bibliomulas” y consisten, básicamente, en
visitas a aldeas, caseríos o pequeñas poblaciones del área rural de nuestro
estado Mérida, que no son visitadas regularmente por Canela y sus alforjas.
Es bien sabido que nuestra mula
trabaja de acuerdo a un horario puntual, muy formalmente establecido, que se
extiende por horas precisas en localidades definidas en función de ubicación, cercanía,
facilidad para el acceso y carácter rural. Son las comunidades estables que
visitamos cada semana. Allí tenemos un historial establecido y un esquema de
funcionamiento que cumple objetivos precisos: incentivar el universo de la
lectoescritura en niños habitantes de áreas no urbanas, posiblemente en riesgo
de atraso escolar.
Sin embargo, nuestro programa global
tiene que estar a la disposición de todo el que pueda beneficiarse, habida
cuenta que Mérida es una ciudad rodeada por zonas rurales (montañas, paramos,
zonas agrícolas) en las que, no siempre, la escuela es una prioridad.
Quisiéramos poder cubrir estos espacios en su totalidad; pero, de hacerlo, en
nosotros se cumpliría cabalmente el viejo dicho de “el que mucho abarca, poco
aprieta”. De modo que, recientemente, gracias a una excelente idea de nuestro
promotor de lectura, el señor Pedro Maldonado, empezamos a hacer visitas
puntuales, con dinámicas diferentes a las que implementamos en nuestras
comunidades “fijas” o en nuestra ludoteca.
Las jornadas de extensión, junto a la Ludoteca y a los trabajos puntuales que desarrollamos en comunidades aleatorias, dan muestra del crecimiento que hemos tenido en sentido programático y de lo mucho que la creatividad de nuestro equipo pone al servicio de nosotros y nuestros niños para mejorar su calidad de vida.
Eso nos hace sentir que galopamos en
dirección correcta.