Listos para retomar actividades, muchos pensarían que lo único necesario es montar las alforjas encima de la mula y arrancar a caminar por los rumbos que nos llevan hasta las comunidades comprometidas con nuestros programas. No es así. Canela necesita ser atendida correctamente; eso empieza por alimentarla bien y ocuparse de que esté cómodamente instalada recibiendo todos los cuidados que necesita.
Uno de esos cuidados, quizás entre los más exigentes es, sin duda, la preparación sanitaria. Es decir, las
consultas veterinarias (que en realidad para nosotros consiste casi en lo mismo
que una consulta pediátrica) realizadas un par de veces al año por dos razones
primordiales: El cuidado de los niños y la seguridad de Canela. La relación de niños y animales de este tipo, debe estar controlada profesionalmente.
Así que la semana pasada, nuestra querida colaboradora, la Dra.
Adriana Leoncedis, veterinaria merideña muy acostumbrada al trabajo con
equinos, se dedicó un par de tardes a atender a Canela y darnos luz verde para
su reincorporación a las actividades habituales, así como a poner al día detalles propios de la
“identificación” física de nuestra mula.
Resulta que no existen dos mulas que tengan el mismo color de
pelo. Es raro saberlo, ¿verdad? Pues bien, así como los humanos tenemos huellas
dactilares irrepetibles e inconfundibles, los equinos tienen “huellas
capilares”. Es normal que usted y yo no podamos distinguir dos mulas cuya
pelambre parezca del mismo color; por eso, la ayuda de tener un veterinario que
conozca los antecedentes del animal es impagable: ellos son los únicos capaces
de certificar que, en realidad, Canela
es Canela, por ejemplo. Lo hacen mediante un cartón de identidad que estipula
claramente las tonalidades únicas de la pelambre de cada mula; características
que se deducen de cada remolino, cada mezcla de color de sus fibras, marcas e
incluso cicatrices, produciendo una identificación imposible de copiar.
Pues bien, la obtención de esa “cédula” de Canela, (en realidad se llama “reseña equina”) fue el primer procedimiento en su encuentro con la veterinaria, experta en esas lides de tal forma que logró tranquilizar a la mula en pocos minutos para hacer posible la culminación de todos los otros procedimientos necesarios.
Es importante no solo hacer los exámenes correspondientes:
hay que hacerlos en un orden determinado sin permitir que nada quede por fuera.
Obviar un procedimiento, por inofensivo que parezca, puede mandar al traste la
tranquilidad con la que vamos a convivir más adelante; de tal modo que
empezamos por desparasitarla totalmente. En los equinos, es frecuente una serie
de parásitos intestinales y pulmonares que deben tenerse completamente controlados,
pues pueden llegar a causar serias
complicaciones de salud.
Lo siguiente fue vacunarla contra la rabia. Esa es una vacuna
indispensable que se debe aplicar una vez al año como mínimo, en aquellas zonas
donde la enfermedad no es endémica. Es muy importante porque esa enfermedad se
transmite al ser humano, es incurable y muy grave, aunque por suerte puede
evitarse con una vacuna como la que ya pusimos a Canela.
Otra de las cosas que buscamos es que no haya padecido (y no
pueda padecer en el futuro) Brucelosis. Se descarta por medio de un examen de
laboratorio que debe repetirse cada seis meses, ya que nuestra mula proviene de
una zona en la que se presentan casos frecuentes de este padecimiento
contagioso a los humanos.
Y tal como podría hacerse con cualquiera de nosotros también se evaluó su estado general con énfasis primordial en descartar la “anemia infecciosa equina” una terrible enfermedad que afecta única y exclusivamente a equinos, es incurable y no puede tratarse, de tal modo que el protocolo para el manejo de este difícil problema de salud, obliga a la eutanasia terapéutica en aquel animal que la presente, ya que es la única forma de evitar la propagación entre su especie.
Dos días de atenciones que muy responsablemente estuvieron en
manos de los mejores: nuestros queridos amigos de “Veterimovil” al mando de la
Veterinaria Adriana Leoncedis, quien nos dio la mejor de las noticias, la salud
de Canela es de hierro.
Fue un alivio tremendo sobre todo si consideramos que la
adquirimos hace poco y no conocíamos a ciencia cierta su estado previo ya que,
aun cuando en el proceso de legalización de la compra se proporcionaron todos
los documentos correspondientes, teníamos pendiente la normalización de tales
revisiones de cara al inicio de los recorridos por las comunidades.
Ahora que todo salió bien y tanto ella como todos nosotros estamos en la mejor condición física, el trabajo empieza para todos. Eso nos hace muy felices.