Una analogía que nos gusta usar en nuestro trabajo es la que nos compara a los legendarios “Sherpas”, hombres casi míticos sin quienes es casi imposible alcanzar la cumbre del Everest, ya que son quienes asumen todo el trabajo duro que, sin ellos, los montañistas tendrían que resolver en soledad, exponiéndose a la probable frustración del sueño de alcanzar la cima del mundo. Conocer a profundidad a los porteadores de la montaña, nosotros, que tenemos a la cumbre más alta de nuestro país, el Pico Bolívar, vigilándonos desde nuestra ventana, es apenas lógico. Tanto, como comparar nuestro trabajo diario con la preparación que debe recibir un escalador antes de atreverse a emprender camino. Eso lo hemos visto con claridad al mirar atrás para festejar el primer aniversario de la Ludoteca Gabriele Sanesi, con una linda fiesta cuya inspiración fueron precisamente los sherpas nepalíes.
Un año pasa volando, dice el dicho. Es cierto. Un año
se ha convertido en una medida de tiempo casi imposible de contener, aun así,
fijar su paso en la memoria es indispensable. Sobre todo, cuando llegar a la
fecha de apertura, como en nuestro caso llegamos el pasado 17 de marzo, significó
un camino lleno de obstáculos: un sueño largamente deseado, por el que
trabajamos duramente y cuyas puertas dieron paso franco a niños de todas
nuestras comunidades beneficiarias, o de vecinos, el 17 de marzo de 2021.
Trabajado desde hace, por lo menos tres años, reposado
en la mente de los que hacemos vida en Bibliomulas desde mucho antes; el proyecto
cuyo primer aniversario estamos celebrando, fue ideado para la realización de
actividades que pretenden generar un sentido de intercambio e interacción entre
grupos etarios, propiciar el
acercamiento a la palabra escrita, a la exploración del mundo de manera
creativa, a despertar la fantasía, mediante el arte, la música, el apoyo en la
ciencia y en el atractivo de la tecnología,
la aproximación orientada a juegos y
juguetes de diversos tipos y con diversidad de propósitos.
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Creemos en Bibliomulas porque, así como en la infancia de mis
padres, las mulas transportaban armas para la guerra, ahora transportan libros
para que los niños aprendan a entender un mundo más humano y hagan la paz. Mi
padre, Gabriele fue quien me enseñó a leer, por eso estoy feliz de que la
Ludoteca lleve su nombre -
Así como los Sherpas, quienes con gran felicidad
bendicen la montaña y cuidan la vida de los que se atreven a entrar en ella,
nosotros, cuidamos el legado de los Sanesi llevando adelante un programa
largamente pensado y anhelado que hoy recibe con entusiasmo a quienes se
atreven a entrar en ella.
Gracias, que los deseos recibidos se hagan realidad
cada día.