Las buenas
noticias se cuentan con alegría. Sobre todo en tiempos en que escasean.
Hoy, la buena
noticia es que formamos parte de un colectivo humano lleno de solidaridad, dispuesto siempre a apoyarnos,
comprometiéndonos a hacer un trabajo que cada día tenga más alcance, sea más
productivo y nos permita seguir seguros de tener fe en lo que somos como
humanidad y muchas esperanzas de futuro.
Al cierre de
la campaña de recolección de fondos para dotar nuevamente a Bibliomula de su
“vehículo” principal, en sustitución de
nuestra malograda Morichala, es verdaderamente un gusto decir que las metas se
han cumplido en exceso. Aun más, es magnífico anunciar que ya tenemos una nueva
mula.
Todo eso
gracias a la estupenda acogida que dieron nuestros colaboradores y amigos a la
campaña por la recuperación de nuestra mula. Pero, hay mucho más: el dinero
obtenido alcanzará para dotar de libros y material escolar a las comunidades
que atendemos y para algunas meriendas con estos niños y sus docentes o
mediadores de lectura. Básicamente pues,
lo que entre todos hemos hecho, es
fortalecer el programa Bibliomula Mérida por todos sus lados.
No es poco; hemos constatado que en estos tiempos de gran dificultad, algunas regiones andinas, especialmente las poblaciones de las montañas y zonas rurales, están tremendamente desasistidas. Allí puede que el problema no sea la migración; es la incomunicación casi completa. La mayoría de nuestras zonas rurales no poseen facilidades tecnológicas de ningún tipo; por extraño que parezca, estamos hablando de adolescentes que aun escriben cartas a mano y hacen tareas con lápiz y borrador, porque no tienen ni el menor acceso a computadoras, telefonía digital u otras formas de comunicación electrónica con el que, por ejemplo, puedan continuar su educación aun cuando las escuelas permanezcan cerradas.
Pues bien, es
el esfuerzo de Bibliomula, (no nos da pena alguna decirlo, aunque pequemos de
inmodestos) lo que hace posible que niños de las aldeas parameras o de apartados
rincones de la geografía merideña reciban, no solo un libro con el que se entretengan
aprendiendo, sino una oportunidad para avanzar en su aprendizaje, de la mano de sus maestras y - muchas veces - en el mismo entorno escolar
que conocen y echan de menos.
Eso solo es
posible porque contamos con la ayuda y el apoyo de ustedes. Si bien es cierto
que en cada oportunidad que lo hemos pedido nuestros seguidores y amigos han
salido adelante para apoyar alguna de nuestras iniciativas, no menos cierto es
que, la pérdida de Morichala, originó una de las respuestas más bonitas que
hemos vivido: nuestros queridos amigos italianos, venezolanos residenciados en
el exterior, familias merideñas, personas de diferentes estados del país que no
tienen acceso a los beneficios de Bibliomula y solo conocen la historia que
contamos, y amigos benefactores de
varios países, pendientes siempre de la
suerte de nuestro proyecto, pusieron lo
que tenían para ayudar a pararnos de nuevo en nuestros pies; pies que en
realidad son las pezuñas de una bonita mula color caramelo, que hoy pudimos formalmente adquirir. Y si,
sabemos que hubiese sido muchísimo mejor adoptar y criar alguna mula descarriada;
pero, no es posible. En Los Andes, las mulas son un bien muy preciado.
Agradecer y
agradecer. No solo porque creemos que debemos hacerlo, sino porque todo lo que
somos nosotros, de algún modo está íntimamente ligado a lo que son ustedes,
nuestros seguidores. Eso nos hace familia.
Gracias desde
el corazón de cada niño y adolescente que hoy tiene un libro en sus manos con
el que piensa descubrir el mundo, porque ustedes lo hicieron posible.
¡GRACIAS!