Originadas en 1934 en Estados Unidos de América, no fue sino hasta entrados los años 60 del siglo XX que el espacio conocido como Ludoteca, comenzara a tener valor dentro de la sociedad a medida que fue considerado parte del proceso educativo de niños y jóvenes.
Se definen como “espacios para jugar” o también, “espacios
para guardar juegos”, ya que su etimología así lo refiere: ludoteca se forma de la palabra ludus
que en latín significa juego o juguete
y el griego teke que significa caja o lugar para guardar algo; por lo
tanto, tomando en consideración la definición que da el DRAE a la palabra,
tenemos que una ludoteca es un “Centro de recreo donde se guardan juegos y
juguetes para su uso y préstamo”.
Si bien, conceptualmente, esas definiciones se acercan mucho a la
realidad, la verdad es que, hoy por hoy,
el término refiere muchas otras cosas y
se convierte en una herramienta
educativa, indispensable en la formación de
adultos motivados, activos, equilibrados, porque han recibido en su
formación cultural infantil el derecho a jugar.
Ese derecho es uno de los puntos fundamentales cuando
hablamos de los objetivos concretos de las ludotecas
como espacios educativos. Ya no existe la discusión acerca de la importancia
que tiene el juego en el desarrollo intelectual, psicomotor, socio afectivo y
cognitivo de un niño. De modo que, el impulso al juego, consagrado dentro de
los planes formativos que se ofrecen en la actualidad, requiere espacios facilitadores del mismo.
Una tarea fundamental que cumplen, es la facilitación de las relaciones sociales entre los niños, ya que garantizan el ambiente distendido y la diversión a los usuarios. Tal ambiente, favorece la integración de niños marginados y/o con necesidades específicas. En este sentido, vale mucho la pena recordar valiosas experiencias llevadas a cabo en escuelas públicas europeas, que proponen espacios de juego (ludotecas) cuyo uso no está estipulado en un horario determinado, sino que permanece disponible para el uso de estudiantes considerados “problemáticos” o con dificultades para su integración social y/o aprendizaje. La sustitución del ambiente formal de un aula de clases, por el menos rígido y distendido de un área de juegos - debidamente dirigidos - logra la adecuación de estos alumnos “difíciles” al entorno escolar en un tiempo mucho menor.
La ludoteca compensa la carencia de espacios para el juego y ofrece programas lúdico-pedagógicos orientados a la prevención de problemas relevantes de la niñez en el entorno en que conviven; en tiempos en los que el principio básico de la educación, habla de un todo que persigue la formación intelectual, física y de carácter de un niño, de modo que pueda convertirse en un adulto integrado plenamente a la sociedad, con un aprendizaje racional en el uso de dispositivos electrónicos y juegos mecánico. La ludoteca, de ese modo, crea un universo de posibilidades casi ilimitadas que deben aumentar a medida que la sociedad y los procesos de entendimiento de los modelos de práctica educativa evolucionan.
Para Bibliomulas Mérida, la puesta en funcionamiento de la Ludoteca Gabriele Sanesi, es un paso de
especial trascendencia, dada la función
de investigación y contribución a los planes educativos que estos espacios
ofrecen. Nosotros la consideramos el terreno
de pruebas más real que puede existir para todos los juegos, juguetes y nuevas teorías y prácticas de
enseñanza que en ella entren, con el atractivo adicional de haberse creado como
un espacio comunitario que no está exclusivamente asociado a una escuela en
particular, sino que busca ofrecer sus
espacios a cualquiera que lo requiera, facilitando el intercambio de
conocimientos y ratos amenos entre niños y jóvenes de diferentes orígenes y
formación.
Aunque ya está completamente instalada y en capacidad de
prestar funcionamiento pleno, nuestra ludoteca espera por el inicio de clases
presenciales para empezar a desarrollar sus muchos proyectos de desarrollo e
integración a los planes educativos de las comunidades merideñas. Sinceramente,
después del arduo trabajo que ha significado ponerla “a punto” apenas podemos
esperar para tenerla llena de niños y jóvenes deseosos de aprender jugando.