Proyecto Bibliomulas: Re-crear vivencias lectoras para con-mover mediadores de lectura en Mérida-Venezuela

Reproducimos a continuación, el artículo escrito por la Doctora Emilia Márquez Montes, docente asociada al proyecto Bibliomulas desde sus in...

jueves, 10 de septiembre de 2020

MORICHALA, La mula de los libros

Pudo haber sido, como la mayoría de su especie, destinada a las labores del campo. Es allí donde mejor se le reconoce y donde ha permanecido desde tiempos inmemoriales; pero, nuestra mula tuvo mejor suerte, Morichala fue escogida para llevar en su lomo el gusto por el aprendizaje y ser la protagonista de un proyecto ideado para sensibilizar a niños y jóvenes en la apreciación de las vivencias que les dejan los libros que han leído.

La mula es un animal que tiene diferencias muy importantes con el burro,  la principal es que generalmente es más grande, fuerte y fácil de criar,  por lo que ha sido la preferida para los criadores. Eso lo saben muy bien en los páramos andinos y en general, en las zonas rurales de Venezuela; por eso su escogencia.  Las mulas son el animal por excelencia de nuestras montañas,  por lo tanto, resulta fácil para los niños de los pueblos más apartados relacionarse con ellas; además, es imagen de buena noticia: las mulas son animales de labranza, los que ayudan a sembrar, participan de la cosecha y transportan el alimento y sus ganancias. En estas tierras impregnadas de un atávico bagaje de creencias ancestrales, que la mula lleve libros,  no es más que una extensión de su buen talante. Las mulas son animales tan seguros y leales que son capaces de enfrentarse a un león de montaña y defender de él a su jinete.

Morichala no es distinta, acostumbrada a duras faenas, es capaz de recorrer el camino a La Loma de la Virgen Alta en el municipio Libertador del estado Mérida, a 1600 metros de altura sobre el nivel del mar, como las calles escarpadas del Rincón,  para hacer hace suyo el proverbio árabe que dice "Libros, caminos y días dan al hombre sabiduría"

Lleva pesadas alforjas de conocimiento a los pueblos  más escondidos de Mérida porque conoce bien sus intrincados caminos,  inmensos desfiladeros y sus recorridos a pie de montaña; pero, lo hace también porque es increíblemente segura; cuando camina al borde del precipicio es una metáfora de vida que parece intencionada; tal vez para enseñarnos con su ejemplo alguna lección de fortaleza y desafío que podamos haber olvidado.

Pensar que ese mágico proceso empieza a lomo de un animal tenido por ignorante es bastante aleccionador. Morichala nos ha brindado días llenos de magia, de anécdotas, de experiencias inolvidables; pero, sobre todo,  nos ha brindado días de inquebrantable lealtad y servicio, días incansables en los que su presencia ha dado pie a aprendizajes que difícilmente pueden ser superados.

Esa quizás sea la razón por la que, a pesar de las difíciles circunstancias que atravesamos, insistimos en seguir adelante con esta idea que posiblemente deba ser replanteada por un tiempo, cosa que lamentamos. Un día de trabajo, en la escuela, sin la compañía de nuestra querida Morichala era impensable hasta no hace mucho tiempo; pero, el mundo decidió cambiar de repente y nos pidió darle descanso a la mula por unos meses. Lo hacemos de buen grado porque creemos que lo merece, después de todo; pero, anhelamos volver a lo que somos: una alforja de libros a lomo de mula,  persiguiendo los sueños de muchos jóvenes merideños.