Posiblemente, lo mejor que uno puede hacer en Mérida es presumir de su impecable naturaleza. Mérida es una ciudad en la que para cada rincón que voltees a mirar, te llevas una sorpresa y en cada sorpresa te reconcilias con las ganas de seguir apostándole al futuro. Eso es un estimulo insuperable para la tarea de aprender y nosotros hemos tenido la suerte de incorporárselo a nuestros proyectos; la verdad es que no podemos sino alegrarnos por haberlo hecho.
La semana pasada hablamos de la estupenda iniciativa de Geografía Viva. El proyecto como ya lo
explicamos, comprende la realización de actividades de promoción de lectura en
Jají. Dicho así, suena a cumplir con un objetivo y pasar al siguiente; la
verdad es que para nosotros, en nuestro empeño por cumplir con nuestras metas,
lo que está ocurriendo en Jají sobrepasa notablemente lo que nos hemos
propuesto.
Es tan importante como decir que para muchos niños de esa
región, esta es la primera vez que se acercan a la literatura o que tienen un
libro en sus manos. Eso está ocurriendo gracias a nuestro convenio con Geografía Viva, con quienes hemos
logrado que el alcance del trabajo con niños y maestras de la zona, se extienda
a rincones extraviados en las montañas que rodean el pueblo.
Ha sido una jornada realmente bonita. Cuesta decirlo de otra
forma, es decir cuesta ponerle adjetivos “interesantes” a un trabajo que está
lleno de emocionalidad y logros que valen ser destacados.
Jají es uno de los pueblos más apetecidos de Mérida, formado por pequeñas aldeas que definen perfectamente la buena fama de Mérida como destino turístico. Más allá de esas consideraciones, es hogar de numerosas familias andinas y de muchos niños en edad escolar; por eso, el reto de trabajar en esa comunidad lo recompensa el hecho de haber podido acceder a dos grupos de similar interés: las maestras y sus alumnos.
Quizás, trabajar con las maestras sea uno de los hallazgos más importantes de ese proyecto que estamos llevando a cabo desde hace varias semanas; la razón seguramente puede hallarse en las dificultades que existen actualmente para movilizar niños a las escuelas, debido a las restricciones sanitarias propias del COVD 19. Estas regiones apartadas no disfrutan, por ejemplo, de conexión a internet ni facilidades de comunicación celular; por lo que la posibilidad de emprender las actividades del proyecto de promoción lectora de Bibliomulas, permite a las maestras aprovechar el tiempo de encuentro para profundizar en otras actividades propias de la programación escolar.
Si en Mérida tenemos a Morichala para hacer nuestros
recorridos, en Jají contamos son Azucena, una hermosa yegua castaña que dobla
como biblioteca y soporta complacida las alforjas llenas de libros y la
algarabía de los niños. Además, como solemos hacer cada vez que se nos da la
ocasión, todas las actividades a campo abierto terminan con el paseo de los
niños a lomo del animal.
Estamos seguros que no hay
mejor aliciente para aprender. Un aula a cielo abierto en el
incomparable paisaje merideño no solo es una forma mágica de respetar las
disposiciones sanitarias que rigen al momento sino, un ejemplo de tesón y ganas
de hacer las cosas, merito que por entero le pertenece a las comunidades que se
involucran y nos reciben desde su corazón y su deseo de enseñar y aprender.