EL ALIMENTO DE LA MENTE A BORDO DE LA MULA

Dentro de un cajón de la memoria sigue estando mi hermano mientras jugamos a "Capitales", le pregunto por Venezuela y me responde ...

viernes, 25 de septiembre de 2020

LA VIDA EMOCIONANTE DE UN LECTOR

 



No es un disparate decir que un buen lector, establece con los libros una vinculación muy parecida a la que la mayoría de nosotros establecemos con nuestro grupo de amigos más cercanos o incluso con nuestra familia. En cierto modo, es una reacción que tiene lucha lógica, terminamos pasando mucho  mas tiempo con los libros que nos atraen y les dedicamos tiempo de cuidado y mucha calidad. Leer nos pone a salvo de muchas cosas, la mayoría de ellas serian mucho más trágicas si tuviéramos que afrontarlas sin el refugio de un libro.

En esa interminable costumbre de descubrir lo que somos, algunos científicos se han dedicado a estudiar las principales fases de la conducta humana en su relacionamiento con libros y el resultado no puede ser más interesante:

1)     Descubrimiento: Al principio existe un acercamiento incluso tímido, Un día, de algún modo leemos un libro que nos atrapa y empezamos a buscar algo más. Es posible que encontremos algún otro libro parecido o que sencillamente, se nos desate una vena lectora que nos haga ir por más cada vez.

2)     Enamoramiento: Ya la magia del libro nos ha herido.  A diferencia de lo que ocurre en el mundo real, es posible enamorarse de dos historias a la vez y convivir felizmente con ellas. Es entonces, cuando un libro nos acompaña a todas partes y siempre conseguimos el tiempo que requerimos para continuar la lectura.

3) Identificación: Empezamos a identificarnos como lectores. Alcanzamos verdadera compenetración y disfrutamos la lectura de tal modo que, el libro, forma un conjunto casi indivisible que nos define.



4)   Sustitución: no se cumple siempre, por suerte, y en un alto porcentaje de veces, es una fase que se supera rápido. Es ese momento en el que sustituimos muchas formas de interacción humana por el disfrute de un libro,  olvidando la importancia que tiene la relación con otras personas. Suele durar poco tiempo y da paso a la siguiente fase.

5)    Frustración (insoportable): Ocurre cuando se siente que ya se han leído demasiados libros y comienzan a surgir preocupaciones propias de la vida social. Puede que a este punto, el lector crea que puede escribir su propia historia o que aquel mundo que sueña no ha sido contado aun.

6)    Reconciliación: Es la normalización del hábito de leer. El proceso inicial reinicia y los libros poco a poco se convierten nuevamente en la gran compañía; pero, con cierta prudencia. Ahora, los títulos y los temas se escogen con cuidado, solo leemos lo que verdaderamente nos apasiona y podemos prescindir de la lectura por algunos días.

7)   Acumulación: Esa pasión que hemos desarrollado por años, empieza a mostrarse, tenemos estantes llenos de libros y parece que vivimos entre libros. Es el momento de las bibliotecas de casa.

8)   Herencia: Sin duda, una etapa propia de la madurez. Nos damos cuenta que debemos empezar a sembrar el hábito en las nuevas generaciones y obsequiamos viejos volúmenes favoritos a hijos y demás descendientes, con la esperanza de que sean tan disfrutados como lo fue en nuestro caso.

Esa vida la conocemos bien en Bibliomulas, porque hemos ido creando lectores con dedicación, cualquiera de esa fases mencionadas, la hemos vivido y si se puede llamar así, hemos sido consuelo para aquellos despechos literarios que conseguimos en el camino ya que es una obligación que nos satisface. Por tal razón trabajamos sin descanso aun cuando el mundo se detiene un poco a nuestro paso y nos indica bajar el ritmo. Lo hemos hecho, porque cuidarnos y cuidar a nuestros amigos es una tarea a la que no renunciamos; pero, seguimos adelante de varios modos, trayendo a la vida los muchos mundos que caben dentro de un buen libro y brindando la oportunidad de vivir la recompensa de leer.

lunes, 21 de septiembre de 2020

LEER, una tarea impostergable


Si hay algo a lo que los científicos han puesto atención en los últimos tiempos, los efectos de los recursos de los que se vale la educación, están en lo más alto de la lista. Lo que nos ocurre cuando leemos, escribimos, pintamos, escuchamos un concierto o vemos una película ha sido documentado, estudiado, discutido y desde luego muy publicado, como si hacerle publicidad a educarse fuera una tarea indispensable.

Probablemente lo sea, si tomamos en cuenta que la revolución digital ha obligado a muchos padres y profesores a inventarse maneras vistosas de interesar a nuestros jóvenes en la adquisición de mejores hábitos lectores.

¿Por qué? ¿para qué sirve leer? Dos preguntas que a menudo nos hacemos, incluso cuando ya hemos pasado el momento de consumir nuestras horas frente a un buen libro.  Si, ya sabemos que entre otras cosas, leer es divertido, educa,  da temas de conversación y acompaña. Leer desarrolla hábitos sociales porque proporciona compañía, es muy cierto que un lector más nunca estará solo; pero, eso es una consecuencia.


La verdad es que la primera causa es otra, íntimamente ligada a esa consecuencia que acabamos de mencionar; leer ofrece la oportunidad de acceder a mundos que solo pueden ser vistos por medio de los ojos de un visitante. El visitante es el lector y ese lector aprenderá a cuestionarse normas que antes no se atrevía a poner en duda. Un buen lector no solo puede cambiar su mundo, probablemente, sea capaz de cambiar el mundo de otros.

Leer mantiene en forma el cerebro.  Los resultados de un estudio en el cual se hacían resonancias magnéticas a personas mientras leían,  dio como resultado esperanzadoras muestras de que la lectura previene la aparición de envejecimiento cerebral y propicia la buena salud mental.

Además, un buen libro genera endorfinas, las famosas sustancias de la felicidad. Lo hacen tanto como una buena sesión de ejercicios físicos o un buen paseo por el campo, La razón es que durante la lectura sosegada y tranquila, se incrementa de manera gigantesca la actividad cerebral y se aumenta el flujo de sangre a niveles muy altos. Ese beneficio, demostrado científicamente, es aún mayor si la gimnasia cerebral de la que es responsable la lectura empiece pronto en la vida ya que la lectura ayuda a ampliar la capacidad de atención de los niños, pues las historias tienen una estructura que empuja a nuestros cerebros a pensar de forma secuencial, y a enlazar causa, efecto y significado.

Ese valor incuestionable es lo que mueve a  Bibliomulas. Sabemos que nuestros jóvenes tienen que despegarse un poco de sus aparatos electrónicos y desarrollar habilidades sociales que están en riesgo; por eso insistimos que, en el mundo maravilloso del lector, reside la manera de enlazar la vida con los que nos rodea. Eso quiere decir que vamos por buen camino.

Un camino que en compañía de niños y jóvenes, una mula,  maestros y profesores bien dispuestos empieza a dar frutos con portada y contraportada.





jueves, 10 de septiembre de 2020

MORICHALA, La mula de los libros

Pudo haber sido, como la mayoría de su especie, destinada a las labores del campo. Es allí donde mejor se le reconoce y donde ha permanecido desde tiempos inmemoriales; pero, nuestra mula tuvo mejor suerte, Morichala fue escogida para llevar en su lomo el gusto por el aprendizaje y ser la protagonista de un proyecto ideado para sensibilizar a niños y jóvenes en la apreciación de las vivencias que les dejan los libros que han leído.

La mula es un animal que tiene diferencias muy importantes con el burro,  la principal es que generalmente es más grande, fuerte y fácil de criar,  por lo que ha sido la preferida para los criadores. Eso lo saben muy bien en los páramos andinos y en general, en las zonas rurales de Venezuela; por eso su escogencia.  Las mulas son el animal por excelencia de nuestras montañas,  por lo tanto, resulta fácil para los niños de los pueblos más apartados relacionarse con ellas; además, es imagen de buena noticia: las mulas son animales de labranza, los que ayudan a sembrar, participan de la cosecha y transportan el alimento y sus ganancias. En estas tierras impregnadas de un atávico bagaje de creencias ancestrales, que la mula lleve libros,  no es más que una extensión de su buen talante. Las mulas son animales tan seguros y leales que son capaces de enfrentarse a un león de montaña y defender de él a su jinete.

Morichala no es distinta, acostumbrada a duras faenas, es capaz de recorrer el camino a La Loma de la Virgen Alta en el municipio Libertador del estado Mérida, a 1600 metros de altura sobre el nivel del mar, como las calles escarpadas del Rincón,  para hacer hace suyo el proverbio árabe que dice "Libros, caminos y días dan al hombre sabiduría"

Lleva pesadas alforjas de conocimiento a los pueblos  más escondidos de Mérida porque conoce bien sus intrincados caminos,  inmensos desfiladeros y sus recorridos a pie de montaña; pero, lo hace también porque es increíblemente segura; cuando camina al borde del precipicio es una metáfora de vida que parece intencionada; tal vez para enseñarnos con su ejemplo alguna lección de fortaleza y desafío que podamos haber olvidado.

Pensar que ese mágico proceso empieza a lomo de un animal tenido por ignorante es bastante aleccionador. Morichala nos ha brindado días llenos de magia, de anécdotas, de experiencias inolvidables; pero, sobre todo,  nos ha brindado días de inquebrantable lealtad y servicio, días incansables en los que su presencia ha dado pie a aprendizajes que difícilmente pueden ser superados.

Esa quizás sea la razón por la que, a pesar de las difíciles circunstancias que atravesamos, insistimos en seguir adelante con esta idea que posiblemente deba ser replanteada por un tiempo, cosa que lamentamos. Un día de trabajo, en la escuela, sin la compañía de nuestra querida Morichala era impensable hasta no hace mucho tiempo; pero, el mundo decidió cambiar de repente y nos pidió darle descanso a la mula por unos meses. Lo hacemos de buen grado porque creemos que lo merece, después de todo; pero, anhelamos volver a lo que somos: una alforja de libros a lomo de mula,  persiguiendo los sueños de muchos jóvenes merideños.