Si hay algo a lo que los científicos han puesto atención en los últimos tiempos, los efectos de los recursos de los que se vale la educación, están en lo más alto de la lista. Lo que nos ocurre cuando leemos, escribimos, pintamos, escuchamos un concierto o vemos una película ha sido documentado, estudiado, discutido y desde luego muy publicado, como si hacerle publicidad a educarse fuera una tarea indispensable.
¿Por qué? ¿para qué sirve leer? Dos preguntas que a menudo
nos hacemos, incluso cuando ya hemos pasado el momento de consumir nuestras
horas frente a un buen libro. Si, ya
sabemos que entre otras cosas, leer es divertido, educa, da temas de conversación y acompaña. Leer
desarrolla hábitos sociales porque proporciona compañía, es muy cierto que un lector más nunca
estará solo; pero, eso es una consecuencia.
La verdad es que la primera causa es otra, íntimamente ligada a esa consecuencia que acabamos de mencionar; leer ofrece la oportunidad de acceder a mundos que solo pueden ser vistos por medio de los ojos de un visitante. El visitante es el lector y ese lector aprenderá a cuestionarse normas que antes no se atrevía a poner en duda. Un buen lector no solo puede cambiar su mundo, probablemente, sea capaz de cambiar el mundo de otros.
Leer mantiene en forma el cerebro. Los resultados de un estudio en el cual se
hacían resonancias magnéticas a personas mientras leían, dio como resultado esperanzadoras muestras de
que la lectura previene la aparición de envejecimiento cerebral y propicia la
buena salud mental.
Además, un buen libro genera endorfinas, las famosas
sustancias de la felicidad. Lo hacen tanto como una buena sesión de ejercicios
físicos o un buen paseo por el campo, La razón es que durante la lectura
sosegada y tranquila, se incrementa de manera gigantesca la actividad cerebral
y se aumenta el flujo de sangre a niveles muy altos. Ese beneficio, demostrado
científicamente, es aún mayor si la gimnasia cerebral de la que es responsable
la lectura empiece pronto en la vida ya que la lectura ayuda a ampliar la
capacidad de atención de los niños, pues las historias tienen una estructura
que empuja a nuestros cerebros a pensar de forma secuencial, y a enlazar causa,
efecto y significado.
Ese valor incuestionable es lo que mueve a Bibliomulas. Sabemos que nuestros jóvenes
tienen que despegarse un poco de sus aparatos electrónicos y desarrollar
habilidades sociales que están en riesgo; por eso insistimos que, en el mundo
maravilloso del lector, reside la manera de enlazar la vida con los que nos
rodea. Eso quiere decir que vamos por buen camino.
Un camino que en compañía de niños y jóvenes, una mula, maestros y profesores bien dispuestos empieza a dar frutos con portada y contraportada.